sábado, 13 de febrero de 2010

ENERO

Se ha pasado la vida esperando, viendo lo que los demás hacen al observarla. Se ha pasado la vida pensando en los demás, intentando que sean felices. Ella ya no es feliz. Lo fue. Ahora quiere, pero no puede. Ya no queda nada de lo que era ella. Piensa que ya no está, que se ha ido. Ya no sabe quién es. Se lo pregunta cada día, pero nadie le responde. Tiene poco tiempo para pensar y eso la ayuda. Ha perdido su capacidad de actuar, de enfrentarse a la vida. Conserva la sonrisa.

Dejó el ballet porque se sentía torpe. Nadie la animó a continuar.

A los 3 meses de tocar la guitarra, la abandonó porque se aburría.

Abandonó la pintura porque no vio que los demás se emocionaran, porque ellos no decían nada y porque ella ya no sentía nada.

Toma, te regalo mi dinero, a mi no me hace falta.

¿Por qué mienten los demás? Ella no sabe.

Ella mira los ojos de los demás cómo la miran.

Ellos le dicen cómo es. Ellos agobian. Ellos le dicen lo que tiene que hacer. Ellos saben.

Ella sólo ve ojos tristes y pequeños, escudos grandes y manos calientes, cuerpos que se contonean, que se peinan y huelen a colonia, zapatos caros, intelectualidad que no lleva a ningún sitio, sexo, alcohol y pasta brie.

En su cabeza sólo hay un deseo, el deseo de siempre, el deseo que nunca se cumple. Lo ha abandonado todo. Vuelta a empezar. Ya no más. Tal vez no este hecha para esto, para ellos, para ellas. Tal vez tenga que aprender a darse cuenta.

Recuerdo aquella nave espacial con mis pestañas y el brillo. Tú delante.