miércoles, 26 de mayo de 2010

SWIMMING TRUNKS

Lo mejor del día fue el beso de aquella niña de 6 años, pequeña, ligera....
Se me abrazó y me besó. Yo correspondí con un fuerte arrullo y le pregunté que por qué me daba un beso a lo que me respondió con un guiño.
Qué especiales son los niños y qué divertidos.
Las chicas hablaban de los novios que tenían o de los chicos que les gustaban.
Yo miré a mi lado y vi a mi primer amor y miré más lejos y vi al último. Qué curioso, nunca lo había pensado. El primer chico que me gustó está aquí, y ni me acordaba.
Tenía, porque ahora se le nota menos, un precioso blonde read hair y unas pecas increíbles.
Estábamos en primero de la E.G.B. Era un poco torpe y yo por aquel entonces era la delegada de la clase. Siempre me preguntaba cosas.... que en aquellos tiempos sólo sumábamos y leíamos.
A mi me encantaba hacerme la listilla y explicarle todo lo que sabía. Me volvían loca sus pecas y su aire pusilánime, casi enfermizo.
Ahora que lo pienso y que lo veo o que lo veo y lo pienso me enternece recordar. Cómo cambiamos. Cómo sentimos un día una cosa y otro día otra. Cómo me gustaban los pelirrojos.
Cómo es posible que me gustara este tío, que no sabía ni sumar. Qué lista era de pequeña y qué tonta me he vuelto con los años. Qué listos son los niños y que absurdos los mayores.

viernes, 21 de mayo de 2010

DANCING IN YOUR EYES

Hoy me hablaste de Pina y de lo impresionante que era esa señora. Delgada, ligera, fumaba como un carretero.

Asombrada, como de costumbre, por las maravillas de los cuerpos ágiles, rítmicos y firmes, pienso en cómo me gustaría hacer …

Me gustaría ser capaz de moverme como una pluma por el viento, de correr y tener la sensación de ir volando -porque mis pies no tocan el suelo-, de saltar y girarme a la vez hacia delante y hacia detrás. De bailar.

De Tango a clásico, de subirme descalza a un árbol y colgarme de un pié con la cabeza hacia abajo.

De descolgarme de la cuerda enroscada con las piernas abiertas y los dedos estirados. De subirme con una mano y columpiarme.

De que me sujeten por la cintura y me trasladen saltando a otra parte, de que me agarren con una mano y me den vueltas sin cesar.

De ser capaz de andar de puntillas sin aparentar movimiento, de mover los brazos como un cisne o como un brazo mecánico.

viernes, 14 de mayo de 2010

HOMO SAPIENS SAPIENS

MAÑANA

-Qué buena estás, arrgghhhh

Me giro y hago como que no le he escuchado.

-Si con ropa estás tan buena, como estarás sin ella, buff.

Le miro a los ojos y le respondo con gran enfado:

-Haz el favor de no decirme más esas cosas.

-¿Por qué? Si son verdad. Vente conmigo a almorzar. Te invito.

Hago balance y pienso: cómo es posible que estés tan aburrido que siempre estás igual. Llevas 5 años así. Siempre te ignoro pero ya estoy cansada. Te empiezo a hablar mal a pesar de que va en contra de mis principios. ¿Por qué lo haces? Te digo una y mil veces que no me hables así y no te importa. Soy educada pero tengo un límite. Hoy he estado a punto de soltarte una hostia y un puntapié en la boca.

TARDE

Entro al bar.

-Las mujeres sólo sirven para barrer y para cocinar. Barre y cállate, capullo.

El chico está de espaldas pero sé quién es.

-Sólo para eso, bueno y para otras cosas, jo jo jo , para darnos gusto.

Miro a la camarera. Pobrecita, ella no dice nada, se limita a barrer los cristales del vaso roto del imbécil que le habla. Porque este imbécil, que dice esas chorradas, es tan inútil que ni siquiera saber sostener una copa en la mano. Se gira:

-Cuánto tiempo llevas ahí? Has oído lo que he dicho?

-Sí. Me limito a mirarlo con mi cara de asco. Se avergüenza.

-Estaba bromeando.

-Vale. Un solo por favor y el periódico –me dirijo a la camarera-.

Este chico, por decir algo, tiene 17 años y muy poca personalidad. Pide cubatas en los bares e insulta a las mujeres para parecer importante.

-Oye, qué bueno lo del otro día. Ya no me duele.

-De nada.

Salgo a la terraza a fumar cigarros, beber café y leer el periódico. Qué decepción. Yo sabía que era un poco idiota pero nunca pensé que lo fuera tanto. Entonces pienso que cuanto más ignorante es alguien, más tonto me lo parece. Cuánto cobarde por ahí suelto. Te atreves a decirle eso a la pobre muchacha que hace bien su trabajo y te acojonas cuando me ves, porque me conoces, porque sabes que lo que dices no tiene ni pies ni cabeza, porque sabes que yo sé quién eres y sé que eres un cobarde poco inteligente. Joder, te queda poco para cumplir 18 años. ¿Qué ha pasado contigo? Me das mucha pena y decido escribir esto, porque no eres tú solo, porque hay otros como tú que rondan por ahí y hablan con desprecio, como si estuvieran enfadados con el mundo. Pero ¿qué está pasando? Con lo agradable que es ser amable y educado con los demás, con lo barato que es sonreir. Peor para vosotros, se os pudrirá el corazón y se os deshará el alma; caminaréis como trozos de carne con patas y ojos incapaces de articular palabra.

sábado, 8 de mayo de 2010

32 rue vandenbranden

Uff… necesito un respiro. En honor a los post de tetas voy a escribir mi post particular sobre historias de chorras. Todo esto empieza con este pensamiento: Últimamente algunas personas se enfadan conmigo. Me gruñen. Me dicen cosas que no comprendo. Por favor, no puedes venir a decirme esas cosas y que yo salga corriendo tras tus pasos. Otras me dicen: tía, vive y disfruta, aprovecha tu momento, jo que envidia me das. Envidia? De mi? No entiendo nada. Si mi vida es de lo más normal.

Ayer un viejo amigo me dijo que quería encontrar una novia normal y corriente, así como yo, normal y corriente. Pero yo no soy ni normal ni corriente! Me enfadé mucho. Vale, acepto lo de normal pero lo de corriente no. Sí llevas razón, también soy corriente.

Otro viejo amigo apareció de repente. Han pasado muchos años (11 creo). Joder tía estás igual. Tú también. Bla, bla, bla. Pues no, no estoy igual, estoy más vieja y sobre todo soy más madura que cuando tú me conociste. En aquella época me dedicaba a hacer el subnormal y a reírme de cosas que nadie entendía. Sus amigas me decían que era como una niña y me despreciaban por ello. Pues sí, era una niña. Tuve un rollo con su amigo El Cojo que duró algo así como 5 meses (algunos a esto lo llaman tener un amigobio). Yo en aquella época sólo pensaba en mi amado escalador, y en su pelo largo y rizado, y en que me llevara a subir montañas. Cuando El Cojo apareció en mi vida fue como un respiro de aire fresco pero al mismo tiempo se convirtió en una obligación que me fue agobiando (de ahí lo de amigobio) hasta que un día me planté y pensé que no tenía sentido prolongar la situación.

Quiero ir a verte un día a tu pueblo. Me quedaré a dormir debajo de un almendro.

Si, o del puente si prefieres

¿Qué te parece?

Pues que no. Que no quiero que vengas. Que estoy cansada de esto

Eres lo peor… bla bla bla (con mucho enfado)

Pues sí, era lo peor. Si sus amigas (que eran más mayores y bastante más maduras que yo) ya me odiaban antes, ahora me acuchillarían y repartirían los trozos de mi cuerpo por todos los antros de la ciudad. Le expliqué que no tenía sentido “tener algo” cuando no teníamos nada en común. Suena duro, pero es la verdad. Lo único que nos unía era el sexo. No recuerdo ninguna conversación que tuviéramos, nada. No recuerdo su olor, nada. No había nada. No pierdas el tiempo conmigo, tírate a otra tía. Tú y yo nunca tendremos nada, sólo una cama, una plaza y un aseo de bar maloliente. Con los años siempre he pensado que a él lo único que le molestó fue que esa chiquilla inmadura y pueblerina le dejara a pesar de ser un hombre esbelto, con estudios y con gran sentido común.