jueves, 20 de enero de 2011

тага



Decepción, pesadumbre, desazón.
Ansia de calma. Volver al círculo.

Quiero sentarme en la silla vieja y oler a naranja.
Contemplar el cielo y contar estrellas.
Recogerme el pelo con tu pinza
Abrazarme al tronco verde.


domingo, 9 de enero de 2011

MANIFIESTO

Y estuve un tiempo sin escribir, sin tener deseos de decir nada, sin hablar, sumergida en un letargo absurdo y sin saber qué ocurría. Ahora tampoco lo se. Tal vez sea demasiado imbécil. Tal vez sea el destino. Tú me lo dijiste y no te hice demasiado caso, pero tenías razón. Tú veías por mis ojos y te gustaba lo que veías. Yo nunca he visto en los tuyos. Observé tus manos grandes y habilidosas y tu mente veloz. Me avisaste. Me querías. Salí corriendo. Yo no se si quiero saber lo que se, si quiero intuir y ver. Yo solo quiero dormir y no soñar y soñar despierta.

En el momento en que descolgué el teléfono lo supe. El corazón me latía rápido, algo iba a pasar. Mi pequeña máquina infame de menear hematíes no desea funcionar, no se deja querer y no quiere volver a oír de amor, a diferencia de Loriga. Mi piel se ha vuelto arisca, mis muslos difíciles de satisfacer. Mi mente ya no quiere escuchar lo que oye, porque no le gusta, porque ya no existe la belleza en lo que tu representas, porque tu la quemaste con alcohol barato.

Pensé en irme lejos, a las Antípodas tal vez, no porque no hubiera calma a este lado del globo, sino como exploradora buscando lo bello y lo añorado. Olvidar todo lo que no merece la pena ser recordado y volver al origen, al de siempre, al hogar de mi pensamiento, donde soy libre y feliz.

Y recordé que nosotros sin hablar fuimos capaces de entendernos.