sábado, 26 de junio de 2010

EXPERIENTIA DOCET


A las 14:00 he quedado con A, para comer. Tenía muchas ganas de verla. A es la chica más bonita del mundo. Si tuviera que elegir una entre todas las mujeres elegiría a A.

A estaba guapísima y muy feliz. Yo me alegro mucho de que se encuentre bien porque ha vivido momentos muy duros. A siempre me invita, a comer, a beber vino, a dormir en su casa, … Hoy quería invitarla yo. Y me ha dicho que siempre la invito y que ya está bien.

A tiene apariencia de chica modosita y elegante. Es muy educada y muy lista y siempre me hace reír. A ella le puedo contar cualquier cosa. Yo siempre le digo que es la tía que está más buena en el mundo, y que si fuera tío sería mi novia. Antes solían decirnos que si éramos hermanas y a mí me hacía mucha ilusión porque siempre quise tener una hermana y A es lo más parecido.

Con A me han pasado cosas muy graciosas y también he vivido los momentos más tristes.

Hoy le he comentado que me iba a ir a vivir a su ciudad. Así quedaremos más, que hacía más de un mes que no la veía. Yo quiero mucho a A y a toda su familia.

A me salvó la vida; si no llega a ser por ella habría muerto arrollada por un tranvía en Bélgica u Holanda (nunca me acuerdo del lugar, pero tengo grabada la imagen. A veces pienso que todo ha sido un sueño).

A pasa del móvil y de Internet. Me he reído de ella porque tiene una tele vieja en la cocina, que ha tomado prestada de su madre, y ha pensado en comprarse una mejor, pero nunca lo hace porque prefiere comprar otras cosas, como vino y queso, y le da pereza.

A y yo nunca nos hemos enfadado. Hemos pasado épocas de vernos más y otras de vernos menos. A siempre ha estado conmigo cuando estaba triste sin yo pedírselo y cuando estaba feliz, por supuesto.

A es especial y por eso he decidido escribirle esto, aunque nunca lo lea porque pasa de los blogs y ni siquiera sabe que tengo uno.

A A y a mí nos encanta “hacer la señora”, que es ir de paseo por las plazas de la ciudad tomando vinos, cerveza y tapitas, como si fuéramos señoronas muy pijas. Hace unos años, en un día de señoreo, acabamos en una zapatería. A y su hermana se reían por lo bajini mientras el dependiente me colocaba unos zapatos. Yo estaba sentada en un sillón y él se puso a mis pies para atarme unas sandalias rojas a la pierna. Ese día me sentí muy señora. Y A siempre me lo recuerda y nos reímos.

A A le queda poco para engendrar un hijo. A mi me hubiera gustado tener hijos al mismo tiempo que A, para hacernos compañía y sacarlos a jugar. Y A también dice que tendrá más hijos, que para cuando tenga su segundo me apunte yo a mi primero.

A es la única persona de la que escucho consejos.

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