miércoles, 16 de junio de 2010

PRIMAVERA


El capítulo se cerró.

Había estado pensando en cómo y cuándo, de qué manera. Al final no hice lo que me hubiese gustado, lo que realmente quería hacer, pero estaba cerrado. Había conseguido mi objetivo.

Me dediqué a recordarlo todo, desde el inicio al fin y me entristeció bastante, tanto que acabé llorando mientras daba una clase. Tanto que la gente que había alrededor lloraba conmigo mientras me decían que estaba muy rara y muy triste últimamente. Lleváis razón. Pero he cerrado la puerta porque no soporto la tristeza, y creo que me he vuelto a dejar la yema del índice como cuando tenía cuatro años, y va a empezar a salir sangre y se me volverá a caer la uña, seguro.

Para Punset la felicidad es la ausencia de miedo. Y yo tenía un miedo atroz. Miedo a caer en la desesperación y miedo a quererte o a que me quisieras. Me conformaba con dar pequeños pasitos y crear ese mundo donde tú y yo hacíamos cosas divertidas, sin dar explicaciones, sin pensar en nada, donde nos refugiábamos para huir de nuestros respectivos demonios.

Pero el demonio vino a buscarme el otro día y me dijo que me anduviese con ojo, que me estaba vigilando. Señor demonio, por favor, no sea usted malvado y déjeme un respiro. Lo siento señorita desastre, yo he venido aquí para joderla a usted y creo que no me iré hasta que lo consiga. Es más, pienso quedarme un buen tiempo. Vale, si usted quiere joderme a mí, pues creo que yo también seré empática y le intentaré corresponder como se merece.

Y te eché de menos. Y pensé en llamarte, para avisarte de los demonios, para decirte que había llorado y que hacía tiempo que no lloraba así, y para enviarte un beso como los de antes. Pero no lo hice y no lo haré. Había un principio y un fin. Y prefiero recordarlo todo así, entre llantos y risas, entre besos y porros, con cerveza barata fría y garbanzos con almejas.

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